GEORGE MASLUCÁN
4 MAR 2025
La odisea de los peruanos que incita la huida presurosa, emancipada e impetuosa del país son los políticos, esas ratas codiciosas que buscan enriquecerse a como dé lugar, y como ratas han perdido todo escrúpulo y vergüenza frente a un pueblo que derrama sangre para vivir en un gobierno despótico, sin aprobación social, y, sobre todo, cuando los crímenes siguen aumentando y donde matar, desaprobar y aprobar leyes se vuelve una “causa moral justa”.
El precio de vivir en el Perú es bastante caro hoy en día. Cada mañana, uno, dos, tres, cuatro o vaya usted a saber cuántas personas amanecen muertas. Crueldades atroces, asesinatos terribles, más fatales que la trágica muerte de Palomino Molero. Vivimos en un país gobernado por ratas sátrapas, esperando salir de esa insensata costumbre de creer que todo lo hará el gobierno. Paulo Coelho decía que toda la rabia y el coraje de un pájaro son inútiles delante de un gato. ¿Acaso no es así? Las bestias salvajes, indomables e infames que se creen poderosos por ser parte del gobierno son unos imbéciles inconscientes, víctimas de la ceguera del poder.
El precio de vivir en Perú cuesta 1,130 soles, que no alcanza ni para vivir un mes; no alcanza para mantener a una familia de 3, porque con ese sueldo no se vive. Con ese sueldo nos condenamos a una lenta y dolorosa muerte, pero claro, la sociedad no vale en ningún sentido para el gobierno lleno de ratas, donde con un hábito no punible destruyen lentamente todo el país. Lo peor es que estas ratas se matan entre ellas y defienden derrotas de causas que deberían favorecer al peruano de a pie.
Las trivialidades de un mal gobierno se reflejan en una sociedad totalmente caótica y desordenada. Los discursos políticos, poco creíbles y llenos de falsedades, hacen que la gente busque maneras de sobrevivir en el Perú, porque en el Perú se sobrevive; no se vive. Vivir es disfrutar de la seguridad, la paz y la prosperidad que todos buscamos.
El Perú se ha convertido en una meretriz barata, maltrecha y abominable que nadie busca ni alquila. Es tan similar al puterío que existe en este Congreso del hampa, lleno de ratas, donde se inducen entre ellas a reproducirse y a esa ligereza sexual intolerable.
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