GEORGE MASLUCÁN
14 FEB 2025
Las personas nos equivocamos bastante a menudo; parece ser que somos seres que amamos la equivocación. Seguro que en lo que más nos equivocamos es a la hora de elegir a la pareja, y es en donde más nos arrepentimos. Después de ello, creo que no le damos tanta importancia a las demás equivocaciones, pero en esta oportunidad no nos centraremos en las equivocaciones de amor, sino en temas más generales.
Daniel Kahneman, en su libro “Pensar Rápido, Pensar Despacio”, argumenta que en la conducción de nuestra vida cotidiana, las personas se sienten atraídas y se dejan guiar por impresiones, sentimientos y por las creencias y preferencias intuitivas que la misma persona tiene; es decir, las personas se creen capaces de poder realizar todo, y esto no es más que mera obstinación por el poder y el creer que siempre se posee la magnificencia. Por otro lado, desde un punto más filosófico, el teólogo danés Søren Kierkegaard, en su libro “El concepto de la angustia”, revela que las personas cometen errores a menudo por el simple hecho de que se vive acomplejado buscando una realidad utópica, así suscita la siguiente frase: “El vértigo de la libertad como conciencia de las posibilidades es la angustia”. La persona que vive angustiada por los problemas diarios, uno de ellos es la falta de conciencia y conocimiento de sí propia. Aristóteles, en su obra “La Política”, Libro Primero, Capítulo I, explica convincentemente que es necesario unir a dos seres, que no son completos si uno no está con el otro, esto para efectos de reproducción. — lo que aquí intriga es que el ser humano no ha logrado mantener la relación con la sociedad o con la pareja de manera perdurable; los conflictos sociales y amorosos son cada vez más numerosos. — este mismo autor concibe que el ser humano es social por naturaleza; si esto fuese así, la sociedad viviría feliz, pero lamentablemente no es así.
El gran escritor portugués José Saramago (1922 - 2010) menciona una frase que, a juicio propio y seguro del lector, es verdad:
La armonía es compatible con la indignación y la lucha; la felicidad no: la felicidad es egoísta.
Marco Aurelio Denegri afirma que el ser humano no ha logrado aún conocerse a sí mismo tan bien como se necesita para poder formar vínculos que no conlleven al error.
El error es, en sí, una muestra de que el ser humano es egoísta; busca su satisfacción y, en la búsqueda de la misma, es cuando comete errores y se encuentra con obstáculos que frenan esa motivación de alcanzar superioridad. Aristóteles menciona que todo ser humano viviente se compone de alma y cuerpo, que por naturaleza una está destinada a mandar y la otra a obedecer.
Nagib Callaos, doctor y profesor en retiro de la Universidad Simón Bolivar, indica que el que comete errores es únicamente el ser humano; una máquina no se equivoca, no comete errores, una máquina se descompone. El error siempre ha sido desglosado de la filosofía como una oposición a la verdad, y desde un tratamiento de la psicología, el ser humano se dispone a evitar el error para alcanzar el conocimiento verdadero.
Por otro lado, ontológicamente, la persona comete errores por naturaleza; es propio de su ser. Platón, en su libro “La verdad está en otra parte”, no dudaba en conceptualizar que “Conocer significa conocer el ser, pues no se puede conocer el no ser”. Estos dos son idénticos, fijos e inmutables.
Para convencerse, hay muchas personas que generalmente cometen equivocaciones sentimentales, como se decía al inicio, en la elección de pareja. Sin embargo, citando nuevamente a Platón; la información que nos proporcionan los sentidos, y claro, en ellos está el sentimiento de amor, es engañosa y en su mayoría cambiante. Los sentidos no son fuentes certeras de conocimiento, pues estos suelen ser solamente de opinión y muchas veces erróneas.
Finalizo estas consideraciones acerca del porqué de tanta equivocación citando una perogrullada, que seguro los lectores bíblicos reconocerán con facilidad: todos cometemos muchos errores; ahora bien, si alguien no comete ningún error en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz de controlar también su cuerpo.
La RAE expresa que “equivocación” es, de acuerdo a él, imprecisión, error, fallo, inexactitud; entonces, de acuerdo a lo dicho por la RAE, la persona comete todo ello en facultad de su razón. Siendo así, la equivocación es provocada por circunstancias en las que sabemos que puede haber error, fallo e imprecisión.
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