Años atrás —para muchos— la mayor presión eran los exámenes finales del colegio. Hoy la figura cambia; debemos trabajar, estudiar y hasta pagar cuentas. Uno ya no tiene energía ni para ver televisión.
ALECK NIMA CARRERA
Santander | 24 ENE 2025
Jugar a la pelota o en la PlayStation con tus amigos, ver caricaturas, hacer chacota en el aula para ver quién era el más chévere del grupo. ¿Quién no recuerda todo eso? Yo no solo lo recuerdo, lo extraño, lo extraño mucho.
¿Cuántos no hemos dicho “ya quiero ser grande para hacer tal u otra cosa”? Les comparto que yo pertenecí a ese club, a ese grupito que desconocía e ignoraba la verdad sobre ser adulto. Lo recuerdo claramente. Me miraba al espejo luego de lavarme los dientes, mientras me alistaba para ir al colegio, y me decía a mí mismo en voz alta: “Falta poco para que seas mayor de edad y así hagas y compres lo que quieras”. Una idea que hoy, con 23 años, solo veo que está muy lejos del mundo real en el que vivimos.
La lista de gastos y responsabilidades es increíble y puede asustar a cualquiera. Sin mencionar el hecho de tomar decisiones, sabiendo que no importa la que elijas, tu vida sí o sí dará un giro de 360 grados. Aterrador, ¿verdad?
Pensar que antes nos despertábamos temprano para estar en un salón donde posiblemente la mayoría de las personas que estaban ahí nos caían bien casi todo el tiempo. Sin embargo, ahora uno madruga para ir a un trabajo que no te motiva ni te gusta, y hasta —sin exagerar— ni ganas bien, pero de todas formas, ese mínimo que te pagan te ayuda de cierta manera.
Años atrás —para muchos— la mayor presión eran los exámenes finales del colegio. Hoy la figura cambia; debemos trabajar, estudiar y hasta pagar cuentas. Uno ya no tiene energía ni para ver televisión. Y si la locura de salir con los amigos se nos cruza por la cabeza, hay que aceptar el terrible cansancio con el que cargaremos al día siguiente. La vida de adulto es tan difícil.
Así que si algún joven o niño —por casualidades de la vida— me lee en este momento: ¡Carpe diem, amigo mío! Aprovecha tu juventud como si no hubiese un mañana, disfruta cuanto puedas y deja de quejarte si la maestra dejó o no tarea. Porque de grande, eso no será nada comparado con todo lo que se lanzará sobre ti.
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