Es momento de alzar la voz y desafiar estas restricciones. Es momento de protestar contra la mirada crítica que a menudo rodea a amores como el nuestro, que vive en las sombras por miedo al juicio.
Los Amantes, pintura de René Magritte (1928).
ALICIA HIGUERAS ALBA
España | 06 DIC 2024
Hay millones de personas repartidas por todo el mundo, en un mosaico de culturas, historias y vivencias. Sin embargo, ¿cuántas de ellas tienen la fortuna de haber encontrado el amor verdadero y, lo que es aún más raro, que este amor sea correspondido? En un mundo donde las relaciones humanas son, a menudo, un campo de batalla de expectativas y prejuicios, creo firmemente que encontrar un amor sincero es uno de los desafíos más difíciles que enfrentamos. Pero, al mismo tiempo, es esa misma búsqueda lo que embellece y da sentido a nuestra existencia.
Durante cuatro años, he vivido un amor clandestino con otra mujer, una conexión que desafía las normas impuestas por una sociedad que aún no ha evolucionado del todo. A pesar de nuestras dos décadas de diferencia, nuestro amor es un refugio, un espacio donde la autenticidad florece y donde podemos ser verdaderamente libres. En este contexto, me siento compelida a declarar no solo mi amor, sino también mi resistencia a un sistema que, en lugar de celebrar la diversidad, busca encasillarnos y limitarnos.
El amor no debería estar limitado por el género, la edad o cualquier otra barrera construida por la sociedad. Amar y ser amado es, sin duda, la experiencia más maravillosa que podemos vivir como seres humanos. Es un bálsamo para el alma, un motor que nos impulsa a ser mejores, a crecer, a soñar. Sin embargo, a menudo se ve empañado por normas arcaicas y convenciones que limitan nuestra capacidad de ser auténticos.
Es momento de alzar la voz y desafiar estas restricciones. Es momento de protestar contra la mirada crítica que a menudo rodea a amores como el nuestro, que vive en las sombras por miedo al juicio. Este amor entre dos mujeres, con una diferencia de edad que se convierte en un absurdo en comparación con la profundidad de nuestro vínculo, es un testimonio de que el amor verdadero no entiende de divisiones.
Amar es un acto político. Es un acto de valentía. Es un grito de libertad en un mundo que a veces parece empeñado en silenciar nuestras voces. Al declarar mi amor, también declaro que no somos excepciones, sino parte de un mar de experiencias humanas diversas que merecen ser celebradas.
En este viaje personal, siento que cada día se hace más urgente la necesidad de educar y sensibilizar a la sociedad. Debemos evolucionar hacia un lugar donde el amor se entienda en todas sus formas, donde la aceptación y el respeto sean la norma, no la excepción. Un lugar donde la diferencia de edad, el género o cualquier otra supuesta limitación sean aspectos irrelevantes ante el poder de un sentimiento auténtico.
Alzo mi voz hoy no solo por mi amor, sino por todas aquellas personas que han luchado en silencio por un amor que a menudo se considera inapropiado. Quebrar las cadenas del prejuicio es un acto diario y, aunque el camino sea largo, estoy decidida a recorrerlo. Que nuestro amor, y los de tantos otros, sirvan de ejemplo de que el amor verdadero es un derecho humano, y que es momento de reconocerlo, aceptarlo y celebrarlo en todas sus formas.
El amor no conoce fronteras. Y el futuro que todos merecemos es uno donde cada corazón , sin importar su historia, pueda latir libremente, en plenitud y en armonía.
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