BRAYAN CORTEZ TORRES
Perú | 24 MAR 2025
Quiero comenzar con tres preguntas: ¿qué es el amor?, ¿qué es la familia? y ¿han desa-parecido estos pilares?
El amor y la familia son dos de los pilares más importantes en la vida de cualquier persona. O, al menos, se supone que deberían serlo. Pero hoy en día, pareciera que estos pilares están en crisis. Vemos cada vez más separaciones, familias rotas, violencia en el hogar y una sociedad donde las relaciones humanas parecen más frágiles y efímeras. Entonces, ¿realmente están desapareciendo?
Por ello, desde mi perspectiva y mis experiencias, definiré las dos primeras interrogantes.
¿Qué es el amor?
El amor es más que un simple sentimiento; es una decisión. No es solo la emoción intensa de los primeros meses en una relación ni el cariño automático hacia quienes nos rodean. Amar es elegir cuidar, respetar y permanecer, incluso cuando no es fácil. Es querer lo mejor para el otro sin esperar algo a cambio, pero al mismo tiempo, no perderse en el intento.
Además, el amor debería conducir al crecimiento mutuo y, en muchos casos, al matrimonio, como solía considerarse antes. En esencia, amar es admirar y evolucionar juntos.
El problema es que hoy en día se habla del amor como si fuera algo desechable, una emoción pasajera que, cuando deja de ser cómoda, se reemplaza. Se nos ha enseñado a buscar placer inmediato o sexo, pero no a construir algo real y sólido.
¿Qué es la familia?
La familia es el origen puro y sincero del matrimonio, que a su vez representa el propósito final del enamoramiento. La familia es el primer lugar donde aprendemos a amar, a relacionarnos y a sentirnos parte de algo. No tiene que ser perfecta ni cumplir con un modelo tradicional; puede ser de sangre o de elección. Lo importante es que sea un espacio de apoyo, confianza y respeto.
Pero, ¿realmente las familias siguen funcionando así? Para muchos, el hogar ha dejado de ser un refugio y se ha convertido en un lugar de conflictos, ausencias y silencios incómodos. Antes, la familia era el núcleo de la sociedad; hoy, en muchos casos, parece desmoronarse sin que nos demos cuenta.
¿Han desaparecido estos pilares?
En sentido figurado, podríamos decir que sí. No porque el amor y la familia hayan dejado de existir, sino porque su significado parece haberse debilitado. Cada vez es más común ver situaciones que reflejan la crisis de estos pilares.
Separaciones constantes: Las relaciones parecen durar menos. Muchas veces, al primer problema, en vez de buscar soluciones, se elige terminar. Nos han enseñado que todo es reemplazable, incluso las personas.
Violencia en el hogar: Hay familias que ya no son sinónimo de amor, sino de dolor. Escuchamos sobre maltrato infantil, abuso y violencia de género como si fueran parte del día a día.
Falta de orientación en los jóvenes: Muchos niños y adolescentes crecen en hogares sin estabilidad emocional ni apoyo real, lo que los lleva a buscar en otros lugares la atención o la pertenencia que no encuentran en casa. En muchos casos, esto los empuja a caminos peligrosos.
Egoísmo e indiferencia: Cada vez nos importa menos el otro. Nos enfocamos tanto en nuestras propias necesidades y deseos que olvidamos lo que significa construir una relación basada en el respeto y la empatía.
Relaciones superficiales: Vivimos en una era donde las redes sociales han reemplazado el contacto real. Nos preocupamos más por cómo nos vemos en una foto que por cómo nos sentimos en la vida real.
Desconexión emocional: La tecnología nos ha conectado a nivel global, pero nos ha separado a nivel personal. Familias enteras pueden estar en la misma casa sin intercambiar más de dos palabras al día.
A pesar de todo esto, quiero creer que el amor y la familia aún no han desaparecido del todo. Tal vez están en crisis, pero aún existen personas que luchan por construir relaciones reales, que eligen amar a pesar de las dificultades y que buscan que sus familias sean un verdadero hogar.
Lo importante es preguntarnos: ¿qué estamos haciendo nosotros para recuperar el verdadero significado del amor y la familia? ¿Estamos dispuestos a luchar por ellos o simplemente aceptaremos que se conviertan en conceptos vacíos?
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